Que choquen entre ellos y sientan que por fin hay algo
sólido a su lado, entre tanto líquido…
Que la marea los suba y los vuelva a bajar, una y otra vez,
de forma incesante…
Que sean fuertemente separados y brutalmente golpeados, uno
contra el otro… y que les duela, para que cada golpe les haga saber que
sienten, porque son capaces de hacerlo.
Que intenten aferrarse, para descubrir que no pueden…
Volverán a aprender de la experiencia… el aprendizaje será tan brutal como los golpes… y entonces valdrá la pena.
Que intenten aferrarse, para descubrir que no pueden…
Volverán a aprender de la experiencia… el aprendizaje será tan brutal como los golpes… y entonces valdrá la pena.
Valdrán la pena los cuestionamientos, las noches en vela,
los titubeos, las inseguridades, los impulsos, los frenos, las risas, esos
llantos reprimidos, los abrazos que fluyeron y los que no se dejaron fluir, el
miedo constante, los riesgos y la desconfianza… los celos que no se celaron, el
lugar más lindo de la ciudad, el cariño sin explicación...flotando, siempre
flotando… y aunque no se aferren, la vida se encargará de que valgan la pena…
porque ahí, a pesar de todo… no había nadie más que ellos.
Se van a perdonar, porque nadie nunca quiso hacer daño, porque lo que quisieron siempre fue simplemente vivir.
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