martes, 2 de octubre de 2012

Los vamos a dejar que floten


Que choquen entre ellos y sientan que por fin hay algo sólido a su lado, entre tanto líquido…
Que la marea los suba y los vuelva a bajar, una y otra vez, de forma incesante…
Que sean fuertemente separados y brutalmente golpeados, uno contra el otro… y que les duela, para que cada golpe les haga saber que sienten, porque son capaces de hacerlo. 
Que intenten aferrarse, para descubrir que no pueden… 
Volverán a aprender de la experiencia… el aprendizaje será tan brutal como los golpes… y entonces valdrá la pena.

Valdrán la pena los cuestionamientos, las noches en vela, los titubeos, las inseguridades, los impulsos, los frenos, las risas, esos llantos reprimidos, los abrazos que fluyeron y los que no se dejaron fluir, el miedo constante, los riesgos y la desconfianza… los celos que no se celaron, el lugar más lindo de la ciudad, el cariño sin explicación...flotando, siempre flotando… y aunque no se aferren, la vida se encargará de que valgan la pena… porque ahí, a pesar de todo… no había nadie más que ellos.


Y finalmente, cuando la turbulencia los separe de por vida, no cabrá duda, la ausencia les dirá que se tuvieron, que se quisieron con todas sus ganas y que los mejores momentos de esos tiempos, eran cuando la ilusión de estar aferrados les hacía olvidar que flotaban.
Se van a perdonar, porque nadie nunca quiso hacer daño, porque lo que quisieron siempre fue simplemente vivir.

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